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bucólico, escribir, escritor, inspiración, lisardo, naturaleza, novela, tranquilidad
En vista de que no sólo de cervezas viven las personas, Lisardo y yo quedamos hoy a comer en un asador que él recomienda. Me fío, ya que mi amigo -antiguo hombre de la mar- ahora también es del ramo de los fogones. Una chiquita asturiana conocida suya montó el establecimiento hará un par de años, después de emparejarse con un muchacho argentino. A lo que parece, el negocio les va bien. Nos sentamos a la mesa y nos van sirviendo, de entrante, todo aquello que la prudencia desaconseja para gentes sin más ejercicio diario que un paseíto para recoger el correo del buzón o, como mucho, ir a comprar el diario. Sigue leyendo