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extraño, inspiración, musas, novela, observación, playa, relato negro
Me he tumbado en la playa y me fijo en un hombre que viene caminando por donde rompen las olas. Se ha arremangado los pantalones y la espuma del mar le lame los pies. Es un tipo pesado, alto, con toda la pinta de norteuropeo y vestido de negro. Anda despacio, como si le costara acarrear su cuerpo. En una mano porta sus chanclas. Una mochila, también oscura, le pende de la espalda. ¿Que tendrá, cincuenta, sesenta años? Se cubre con un sombrero de paja. En uno de los bolsillos de al lado de la mochila -uno de esos de rejilla, de los que sirven para poner una botella de agua o un mapa de ruta- destaca, por lo inusual, una brocha. Sí, una brocha de las de pintar: de pintar paredes.