
Me había propuesto no hacer un listado de estragos del pasado año ni una relación de deseos para el que entra. Creo que el tiempo es una convención humana; que el sol siempre sale igual, ya fuera anteayer o pasado mañana, y que a la buenaventura o a la tragedia les da lo mismo que una noche nos hayamos atiborrado de uvas para cambiar de calendario. Aun así, no puedo evitar poner los ojos en el futuro. Mi lista de objetivos es modesta, muy normalita: leer más, hacer más yoga, escuchar más música, ver más cine, escribir más; rogar por volver a mis paseos, acercarme a la playa cuando toque… En fin, cosas de proximidad. Por si acaso.